Las
manifestaciones de estos días nos hacen recordar a aquella España fratricida,
inmersa en ese antagonismo continuo, en un ambiente espeso y tenso, esa
España de fachas y de rojos, de gente mala y gente buena, de fascistas
y comunistas, con las caceroladas que invitan al odio fratricida y al
antagonismo visceral perpetuo entre las 2 Españas. Lejos queda la concordia,
el entendimiento y la armonía de la transición, tan importantes y
necesarias, tanto en aquel momento como en este.
Porque si en algo
destacamos lo españoles a lo largo de la historia , es en el enfrentamiento
fratricida entre unos y otros, entre señores y siervos, esclavos y patrones,
entre pobres y ricos, entre fanáticos y pragmáticos, ente ateos y católicos, y
siempre andamos a la zaga, buscando exterminar, pisotear y someter al contrario.
En nuestra
España, nuestra sufrida España, no es momento de la testosterona, (pues estamos
en el momento mas difícil desde la posguerra), sino de aplicar conjuntamente
los planes mas eficaces, para salir de la devastación laboral y económica en que
está inmersa nuestra sociedad y aunar esfuerzos en un bloque de coalición con
todas las fuerzas sociales, políticas y económicas, para lograr la recuperación
lo antes posible.
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